La alimentación emocional es simplemente comer por emociones. Es “gratificarte” con comida cuando te sientes mal. Estresado. Preocupado. O agobiado por alguna situación particular.

Si te alimentas emocionalmente es probable que te sientas incómodo con tu cuerpo. Quizá tengas sobrepeso. Quizá hayas probado dietas, ejercicio físico, medicación…. Quizá estas soluciones te hayan servido,temporalmente.

Si te alimentas emocionalmente es probable que comas a solas. Quizá comiences tu día con buenas intenciones: hoy comeré sanamente….me ajustaré a la dieta… almorzaré una ensalada.

Sin embargo, tus días no son todos iguales. No son todos “fáciles”: un compañero de trabajo cumple años y trae masitas para compartir. Y tienes mucho trabajo pendiente..,o un altercado con tu jefe…..Resultado: se activa la conexión entre pensamiento-emoción y comida. La intención de almorzar saludable queda para mañana, para cuando la tentación haya desaparecido….el problema fueron las masitas….

¿De verdad?…. la realidad es que el problema no fueron las masitas….No fue la comida.

Para la alimentación emocional las dietas no funcionan a largo plazo. Porque el problema no son las dietas, son los pensamientos y emociones.

Tus pensamientos (tus creencias)  generan tus emociones. Tus emociones disparan conductas. Y resultados.

Pensar que “es más fuerte que yo”, “no lo puedo dominar”, está basado en la creencia que “eres” de esta manera permanentemente. Para siempre. La realidad es que solo estás siendo así porque estás pensando y sintiendo en automático. Pero tu conducta puede cambiar.

Puedes reprogramar tu mente a una nueva forma de pensar, a una nueva forma de observar la realidad, a una nueva forma de sentir.

No se trata de luchar contra el ansia. La fuerza de voluntad no es infinita. Se trata de hacer lo opuesto: aceptar el ansia  y redirigir tu atención a algo significativo en tu vida.

No es fácil pero es posible. Se trata de practicar hasta automatizar. Y tú puedes hacerlo