Cómo vencer la timidez
¿Te inquieta entrar a una fiesta donde no conoces a nadie? ¿O tener que socializar en un evento de
trabajo? Si es así, no eres el único. Los eventos sociales suelen provocar ansiedad, sobre todo cuando no estamos entre amigos y familiares. Si este malestar es muy frecuente en tu vida es muy probable que estés experimentando timidez.
La timidez no es lo mismo que la ansiedad social, que es mucho más intensa y limitante. La persona con ansiedad social siente un miedo anticipatorio, se angustia ante la perspectiva de interactuar con extraños. Al punto que decide no ir. Puede llegar a experimentar un ataque de pánico.
Volvamos a la timidez. Sin llegar a la ansiedad social, el malestar está presente.
La timidez (igual que la ansiedad social) no es una característica de personalidad establecida. Puede transformarse. Puede superarse.
Si experimentas timidez el primer paso es cambiar la interpretación de lo que te pasa, sacarte la
etiqueta. Decirte a ti mismo que eres tímido solo te hace permanecer en ese rol.
Puedes cambiar “soy tímido” por “Estoy tímido”. Cambiar el verbo da vueltas las reglas del
juego. No eres tímido, estás siendo tímido. Temporalmente. Estás en proceso de cambio. De progreso.
El segundo paso es observar tus pensamientos. Y tus emociones. “No sabré qué decir” “No les voy a caer bien” “No me hablarán”…. Todos estos pensamientos, y las emociones que generan, están centrados en TU persona. Es solo el modo primitivo en que funciona tu mente, que tiende a protegerte. A buscar el lugar seguro. Y la tribu de pertenencia.
Sin embargo, puedes cambiar tu mente a modo evolutivo; puedes redirigir tus pensamientos lejos de ti mismo y hacia los demás. Si te interesas por lo que le pasa al otro, te sorprenderá su respuesta. Todos, absolutamente todos los seres humanos deseamos ser aceptados. Y considerados. Quienes tienes delante tuyo también.
Hazte el propósito de mostrarte cálido y amable. Cuando estamos siendo tímidos tendemos a
comportarnos con distancia, a alejarnos. Estamos tan preocupados por la opinión del otro que
olvidamos preguntarles cómo están. Recuerda que a todos nos agrada que se interesen por nosotros.
Decide de antemano que esas personas te gustarán. Si estás pre-dispuesto a que encontrarás personas amables posiblemente tu percepción se alineará. Y en el peor de los casos, en un evento social no precisas anclarte a una persona que no desea tu conversación. No precisas creer que esto tiene que ver contigo. Focaliza en los demás. Su forma de reaccionar tiene mucho más que ver con su historia que contigo. Lo que hace la gente raramente es personal.
Si no sabes de qué hablar puedes utilizar preguntas abiertas. ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? Estas
preguntas evitan las respuestas sí o no. Siempre cuidando de no invadir terrenos privados las preguntas abiertas son una invitación a conversar. Y puede que quien tienes delante también le esté costando mantener una conversación.
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